Los catacracks

En vísperas de lo que puede ser una semana triunfal (o no, evidentemente), aparecen unas declaraciones de Touré Yaya plenas de alabanzas al trabajo psicológico de Pep Guardiola, destacando cómo con el de Santpedor todos son tratados igual "independientemente de su papel en el equipo" y no valen los privilegios. No se puede por menos que estar de acuerdo con el marfileño, viendo cómo con el actual entrenador culé todos tienen oportunidad de participar, todos disfrutan y celebran los éxitos... aunque si somos malos podíamos recordar como el bueno de Touré se quejó de su suplencia hace unos meses... pero eso es agua pasada, y viendo cómo Yaya se bate el cobre podemos enterrar gustosamente malos momentos pasados.

Pero estoy divagando. Parece ser que en la mencionada entrevista, Touré fue preguntado por si los problemas en la etapa final de Rikjaard en el banquillo fueron ocasionados por la actitud de Deco y Ronaldinho, y aunque el futbolista alabó a ambos jugadores, "asintió".

Vamos a dejar aparte la credibilidad o no del periodista que recoge este asentimiento y lo convierte en carne de titular. Lo que sí refleja es lo que la mayoría, analistas profesionales y meros aficionados, hemos apuntado como la causa del hundimiento del grupo humano que maravilló ganando dos Ligas y una Champions: la progresiva evolución de dos de los puntales de aquel equipo de auténticos cracks a completas rémoras, no sólo por su juego sino sobre todo por su actitud, displicente, que contagió a otros y provocó la ira de alguno, y el mal ejemplo que supusieron para otros jugadores más jóvenes. De cracks a catacracks.

Ahora que estamos disfrutando de otro momento maravilloso, con un grupo humano en estado de gracia, habiendo conseguido títulos y siendo aspirantes claros a reeditarlos, cabe preguntarse si la situación podría repetirse. Viendo cómo Pep estaba llevando la plantilla ya sospechábamos que no, y después de estas declaraciones de Touré tal impresión se confirma. Guardiola sabe controlar a este grupo, sabe dar minutos a todo el mundo, les sabe implicar en el proyecto común y no permite que nadie se acomode. Los cracks son alabados, faltaría más, y tienen su peso en el equipo, pero al final su aportación a los resultados es valorada igual que la de otros jugadores. Eso aumenta la motivación.

Algún malicioso puede pensar que todo es más fácil cuando las cosas salen bien, que habría que ver cómo gestionaría Guardiola este grupo si los resultados no llegaran y afloraran las prisas, los recelos, los miedos. Es posible. Pero también es cierto que el hundimiento del Barça de Rikjaard no llegó en un mal momento, sino que se empezó a gestionar con el equipo en la cresta de la ola, algo que hace todavía más doloroso tal hecho. Visto lo visto hasta ahora en el trabajo de Pep, vemos muy difícil que esa situación se vaya a repetir.

Seamos optimistas, pues. Los cracks del actual equipo no devendrán catacracks. Podremos perder, cómo no, pero cuando ocurra será porque otros son mejores, o porque intervengan otras circunstancias desafortunadas, pero no porque la comodidad y la abulia se hagan dueñas del vestuario.

Con Pep los catacracks no tienen sitio. O eso parece.

Adeu i bona sort.
Tant se val d´on venim