El ejemplo de España

Parece que es algo que tendemos a olvidar con frecuencia, así que partidos como el que en la noche de ayer (tarde argentina) jugó España nos sirven para poner de manifiesto una máxima futbolística incuestionable: nadie gana con la gorra en el fútbol actual.

Ejemplos ha habido muchos, pero parece que se nos olvidan con frecuencia. Cuando suceden catástrofes como la del Real Madrid en Alcorcón o la del Barça de Rijkaard ante el Getafe, lo fácil es hablar del entrenador, de la alineación... pero esto no hace sino esconder la verdadera causa de estas derrotas: la motivación de los futbolistas, su manera de afrontar el partido.

Es cierto, por supuesto, que ayer a España le faltaban jugadores básicos como Ramos, Puyol y, especialmente, Xavi, pero no tengo dudas de que con la motivación necesaria, España no hubiera perdido ayer 4-1. No es menos cierto que, pese a todo, la selección tuvo arrojo en la recta final y que la suerte no le acompañó (tres postes y el resbalón de Reina agrandaron una derrota, por otro lado, merecida), pero la clave de la goleada recibida se encuentra en los primeros 20 minutos de partido.

La Argentina de anoche es más equipos, mucho más, que la del Mundial. Y encima tenía motivación. Quería mandar un mensaje al mundo, demostrar que el 4-0 de los cuartos de final del Mundial de Sudáfrica fue una dolorosa anécdota y que sigue aspirando a los grandes títulos merced a su sensacional nómina de atacantes. El mejor escenario posible para lograr nuevamente el respeto mundial era el Monumental, con una hinchada entregada y contra la campeona del mundo. Eso sí, seguramente los argentinos no sabían que tendrían tantas facilidades.

Porque, de la misma manera que Argentina salió con todo (no en cuanto a nombres, sino en cuanto a actitud), España saltó al terreno de juego a verlas venir. El once inicial era plenamente capaz de plantarle cara a Argentina, pero no con esa motivación. Pasó lo que tantas veces sucede; cuando te quieres dar cuenta y, realmente, te enchufas al partido, como hizo ayer España, tienes una desventaja en el marcador complicada de solventar y, además, cuentas con el agravante de que tu oponente te ve vulnerable, te pierde cierto respeto y se crece, complicándote mucho las cosas. Los once de la final de Johannesburgo tampoco hubieran ganado jugando con esa actitud, no nos engañemos. Solo si Argentina se hubiera visto sobrada y, por tanto, hubiera bajado en cierta manera los brazos, España podría haber remontado.

Si el rival no baja los brazos, sucede lo que pasó en Alcorcón el año pasado o en Getafe hace tres años y medio. Solo si se relaja en exceso, puedes darle la vuelta al marcador.

Es importante, sobre todo para los jugadores azulgrana que ayer estuvieron en el césped, recordar el partido; ya nadie gana con la gorra. Por mucha estrella en el pecho que lleves o muchos títulos que hayas ganado, sin motivación cualquier equipo es abordable y vencible.

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Foto: as.com