Pulso de gigantes

Pasan las jornadas y el duelo en el Bernabeu se aproxima a paso pausado pero también frenético. Los dos dueños y señores irrefutables de la Liga alternan victorias cómodas con triunfos sufridos, pero van cumpliendo una hoja de ruta que les lleva ineludiblemente al pulso de gigantes donde no se decidirá el campeón matemáticamente, pero sí que habrá un candidato que saldrá reforzado y otro que quedará gravemente "tocado".

A estas alturas de campeonato se han roto todas las esclusas y ya no valen tanto los condicionamientos tácticos. Si el Madrid había empezado a encontrar atisbos de un estilo, ahora resulta que hay prisa por ganar, con lo que el trabajo se va al garete y se confía todo al talento individual: los trallazos de Cristiano, la fé de Higuain... En el Barça, donde la fluidez y control del año pasado solo llega este año a cuentagotas, se buscan alternativas al monolítico 4-3-3, se prueban variaciones en la alineación, se va pasando el camino de las bajas y lesiones como buenamente se puede; y cuando falla todo, nos queda Messi.

El clásico de este año, que recupera parte de los aromas de tiempos pasados al ser algo más que el choque entre eternos rivales, ha empezado ya a jugarse: Alves, Sergio Ramos y Xabi Alonso forzaron sus tarjetas amarillas para cerrar ciclo y evitar el riesgo de perderse el vital enfrentamiento. Si todo discurre con normalidad, los dos grandes solventarán sus próximos enfrentamientos ante Athletic y Racing, y llegarán en igualdad total al partido clave. Eso sí, ambos tienen la presión de no poder fallar, porque llegar en desventaja al gran duelo supondría un rearme psicológico del rival.

El Barça tiene un "problema", bendito problema, que no tiene el Madrid. La Champions. Al Bernabeu acudiremos tras haber jugado dos partidos difíciles ante el Arsenal. Llegaremos con el cansancio acumulado de dos partidos más, con un riesgo mayor de haber sufrido inoportunas lesiones... y con la alegría de saber que estamos en semifinales, a sólo dos pasos de la final, o con la decepción de haber caído. El Madrid se agarra con fuerza a la Liga, que es lo único que le queda, pero también lo único que le preocupa.

Salvo sorpresa mayúscula, no creo que haya un resultado con muchos goles. Los culés no podemos ir a Madrid con la prepotencia de pensar que el chorreo del año pasado se vaya a repetir. El Barça es diferente, el Real es diferente. Las circunstancias también son diferentes. Supongo que veremos un pulso entre gigantes, los dos empujando con fuerza pero esperando la flaqueza del rival. Los dos en tensión, temerosos de que el hachazo contrario les deje en evidencia. Poco espectáculo suelen generar ese tipo de partidos.

Eso sí, si no hay tropiezo en la próxima jornada, sí que podremos acudir a la cita sabiendo que 2/3 de los resultados posibles nos favorecen. Con el empate, y no digamos con la victoria, saldríamos líderes y enfilando la recta final con toda la moral del mundo. La derrota, por contra, nos dejaría en triste desventaja, con la Champions como consuelo - o no -, esperando del rival un fallo que tal como están las cosas difícilmente se producirá.

Quedan unos prolégomenos que hay que resolver, y el duelo estará servido. Nosotros, a disfrutarlo.

Y que los hados nos sean favorables.

Adeu i bona sort.
Tant se val d´on venim