En busca de emociones primarias

Parece mentira, pero entre las muchas imperfecciones del ser humano está la insatisfacción profunda por lo que hacemos, incluso cuando se está haciendo un trabajo placentero o bien remunerado. Nunca estamos contentos, y necesitamos continuamente nuevos acicates, o corremos el riesgo de caer en la abulia o en el fracaso. El fútbol de élite no es una excepción, y aunque a veces a uno le fastidia enormemente que en este mundo de aristócratas del balón hagan falta más estímulos, aparte de estar viviendo muy bien de una actividad lúdica que te entusiasma, no me queda más remedio que entrar en el juego y aceptar estas reglas.

Lee uno el estupendo artículo en El País de John Carlin, uno de los pocos periodistas deportivos aún dignos de ese nombre, y no puedo menos que estar de acuerdo con su teoría de que el pasado martes los jugadores del Inter salieron al campo con un plus de motivación que los blaugrana no tenían: el resentimiento, las ganas de reivindicarse y demostrar a otros que son más de lo que se piensa. Ante sus vecinos del Milan, el querer probar que son algo más que el segundo equipo de su ciudad; Samuel, Cambiasso y Snejder, jugadores descartados por el Madrid, el reafirmar su categoría y probar que son dignos de jugar en un equipo de primera línea y llegar más lejos que sus antiguos "jefes"; aplíquese lo mismo a Motta y, sobre todo, a Eto'o, descartes del Barça, y este último por esa etérea cuestión del "feeling".

Y por encima de ellos estaría Mourinho, que según Carlin sería el resentido por excelencia, al igual que por ejemplo Ferguson, eternamente en guerra consigo mismo y contra todos, intentando probarse y probar al mundo que es un gran entrenador, sino el mejor. Yo añadiría más entrenadores a esta lista, gente que a la que no le importa mostrar un perfil aguerrido, rondando la antipatía cuando no el odio, con tal de que sus jugadores se contagien y salgan al terreno de juego cuchillo entre los dientes dispuestos a reivindicarse. Están Luis Aragonés, Javier Clemente... gente que ha conseguido sus mayores éxitos justo cuando más oposición social tenían.

Dice Carlin que Pep no ha presentado este perfil, al menos hasta ahora. Es verdad que Guardiola no es una persona que se haya significado por dejarse llevar por emociones primarias. Todo en él, desde sus tácticas y entrenamientos hasta sus declaraciones, es meditado y estudiado, producto de un trabajo meticuloso. Hasta ahora, decimos. Porque el de Santpedor parece haber advertido que a su triunfador grupo se le podía acabar la motivación (manda collons que ganar la Champions ¡y en el Bernabeu! pueda llegar a no ser suficiente estímulo), y por ello ha entrado al trapo, y sus declaraciones han tomado un tono reivindicativo y guerrero. No sea que la tesis de Carlin sea cierta y se empiece a perder la eliminatoria antes de salir al terreno del Camp Nou...

Así que en esta búsqueda de emociones primarias, el Barça necesita de un resentimiento similar al que presentaron sus rivales. La verdad es que no es tan difícil. Son el mejor equipo del mundo, y fueron superados sin paliativos (o casi) por un rival inferior, pleno de jugadores con ansias reivindicativas y un entrenador chuleta y mal encarado... pero excepcional psicólogo. El modelo culé está siendo cuestionado, se está diciendo que sus figuras no son tales, que su entrenador no tiene el talento que se le suponía.

¿Quieren los artistas culés un plus de motivación? Ahí lo tienen. La oportunidad de dar el consabido puñetazo en la mesa, el demostrar a Mourinho, al Inter, a la caverna, a todo quisque... que quietos paraos, que seguimos siendo los mejores. Porque si perdemos, si nos eliminan, amiguitos, perderemos esa corona, y el reinado habrá sido efímero. Se habrá hecho una temporada excelente, claro que sí, pero no tendremos esa vitola tan duramente ganada.

Por eso el próximo miércoles el Barça debe jugarse mucho más que el paso a la soñada final del Bernabéu. Debe salir al campo con el orgullo herido, con la rabia nada contenida de saber que se está cuestionando todo lo conseguido por culpa de un equipo donde militan antiguos jugadores del máximo rival, antiguos jugadores propios, y comandados por un entrenador que encima se forjó en nuestra casa y que nos ha tomado la matrícula, burlándose encima de nosotros.

Hala, ahí las tienen. Emociones primarias a tutiplén. Todo vale con tal de que al final del partido volvamos a tener la sonrisa en los labios.

Adeu i bona sort.
Tant se val d´on venim