¿Por qué nos gusta el mundial?

Porque se disputan tres partidos al día. Porque se ven jugadores de todo el mundo. Porque las eliminaciones nos sorprenden. Porque siempre hay una selección revelación. Porque el ambiente es diferente. Porque se libran antiguas batallas entre países lejanos.

Decían antaño que la SuperBowl era el evento deportivo más visto del planeta. En 2006, la celebración de la final del mundial entre Italia y Francia la destronó y ahora la competición más prestigiosa del deporte rey ocupa el primer puesto del ranking.

Sin embargo, el mundial de Sudáfrica puede echarlo todo a perder. Los partidos no están siendo lo esperado y los resultados están brillando por la escasez de goles. Supongo que en las eliminatorias el nivel aumentara, pero es muy triste ver como, por ejemplo, Inglaterra empata a cero contra la débil Argelia. O que España es incapaz de meter un solo gol a una joven Suiza…

Lo dicho, el mundial necesita goles y espectáculo. Así se ha forjado la leyenda del mejor campeonato deportivo de la historia y así debe continuar en todas sus ediciones. No debemos permitir que la mediocridad lo inunde. Si no lo evitamos, mataremos nuestro futbol y con ello dejará de gustarnos este campeonato que tantos sentimientos nos ha transmitido. Y eso, sería una pena…