Saben quién es el enemigo

Sun Tzu lo deja claro: la mejor victoria es la que se consigue fuera del campo de batalla, cuando has derrotado a tu enemigo antes de entablar lucha sin cuartel. La que aprovecha las vulnerabilidades del otro contendiente. En el caso de la caverna mediática madridista, la cosa está clara. Con Laporta no pudieron (ni pueden, que a pesar de sus intentos el expresidente culé ha entrado en el parlamento catalán); con los jugadores, tampoco, que no entran al trapo, no les afectan las insidias, a no ser para motivarles todavía más; Rosell no es aún un rival a la altura. ¿Donde está, pues, el eje a derribar? Guardiola, por supuesto.

Como pasan los años y el cambio de ciclo no acaba por llegar, la prensa deportiva mesetaria no para de buscar formas en las que socavar la superioridad blaugrana. Les busca enemigos, les enfrenta a otros rivales, presiona a los jueces. Todo vale. Y ahora, creen haber encontrado el chivo expiatorio en el entrenador del Barça. Desde que empezó la liga hemos entrado en una campaña brutal contra el de Santpedor. Si es educado, se le tacha de "filósofo meacolonia"; si es sarcástico, de maleducado; si calla, de cobarde; y cuando explota, como pasó el sábado en Pamplona, sonríen maliciosos porque han conseguido su objetivo, el tener más munición y el crear disensión.

El desafortunado incidente, mal gestionado, que duda cabe, por el Barça (aunque no fue el único culpable), del desplazamiento a Pamplona ha provocado que la Brunete (digna por ello de este apodo) se lance a una ofensiva desmesurada, pretendidamente devastadora. Y los dardos se lanzan hacia Pep. Lo vivido en las páginas, sobre todo, de Marca el sábado fue una nueva lección de cómo se puede usar la prensa para socavar y desprestigiar la moral y la imagen de un club y, sobre todo, de una persona.

Como el Barça salió más o menos indemne de sus propios errores y de la campaña brunetera, y se llevó los tres puntos del Reyno de Navarra, ahora el objetivo es lograr que algún equipo impugne el partido por el retraso de quince minutos sobre el límite legal de comienzo de partido. Por ahora, no lo conseguirán, porque los clubes de la Liga no están por la labor. Así que, a la espera de que el comité de competición diga algo (y mejor no hablar de un comité cuyas decisiones raramente han beneficiado al Barça y frecuentemente al Madrid), seguirán atacando donde más duele. Al artífice fundamental de los últimos éxitos culés. Porque saben donde está el auténtico enemigo.

Adeu i bona sort.

Jordiasturies, Tant se val d'on venim